Citrus × aurantium L.
RutaceaeEsta planta fue identificada por los exploradores del CEIP Huerta de Santa Marina: Marta Feliú Muñoz, María Sánchez Peña y Víctor Montilla Michelena, quienes denominaron a los especímenes: el Gran naranjino, llamándoles la atención que a la hoja no se le veían los nervios secundarios, que sirve para comer naranjas y que su tronco era grueso y rugoso.
El naranjo amargo es el árbol con más presencia en la ciudad de Sevilla, donde hay registrados más de 40.000 ejemplares, 140 de los cuales perfuman los Jardines de Murillo.
Se dice que el naranjo se extendió por otras partes del mundo desde China trayendo consigo la leyenda de que aseguraba la felicidad a su dueño. Árbol por tanto positivo, asociado al paraíso en numerosas culturas, para los clásicos griegos y romanos la fruta del naranjo serían las mismas manzanas de oro (aurantium significa “de color dorado”) que Hércules robó del Jardín de las Hespérides.
Lo cierto es que el origen del género Citrus está en el Sudeste Asiático. De entre los cítricos hoy más cultivados, se considera que solo existen tres especies principales -Citrus maxima, C. medica y C. reticulata-, a partir de las cuales se han generado la gran cantidad de especies híbridas actuales, en gran medida por intervención humana mediante procedimientos como el injerto.
La presencia definitiva del naranjo en el sur de Europa está vinculada a la llegada de los árabes, quienes lo introdujeron entre sus cultivos predilectos especialmente por su valor ornamental, dado el bello color de sus frutas y el perfume de su flor, el azahar. A través de esta civilización se instala definitivamente en el sur de Europa durante la Edad Media. No obstante, los reyes musulmanes de al-Andalus lo usaron en la composición de patios donde los cuatro ángulos del mismo estaban rehundidos y en cuyos parterres se sembraron naranjos, de modo que al pasar por los andenes altos se podían recolectar sus frutos y oler de cerca sus flores. Unos patios que simbolizaban la prefiguración del paraíso en la Tierra.
En Sevilla, la mayor parte de la producción de cítricos de esas huertas se exportaba a los países del norte de Europa, principalmente a Inglaterra, para la elaboración de mermeladas. Según cierta tradición inglesa, un médico francés se la recomendó a la reina María Tudor para solucionar sus problemas de falta de apetito, naciendo así la Mary-malade que con el tiempo se transformó en marmelade. La identificación de la naranja amarga con la ciudad es tal que el fruto en los países anglófonos es conocido como Seville orange – naranja de Sevilla.
El naranjo era por tanto bien conocido en la España del XVI, hasta el punto que cuando la expedición de Magallanes-Elcano arriba a Filipinas y Borneo, reconocen naranjas, limones y flores de azahar, tal y como narra Pigafetta en su crónica del viaje.
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