La Ñu-b
Erase una vez una nube a la que no le gustaba la lluvia.
-¿Una nube a la que no le gusta la lluvia?- Preguntó la niña, sorprendida.
Sí, una nube a la que no le gustaba llover.
La llamaban Ñu.
…Y claro las otras nubes se reían de ella:
–Jajaja, mira la Ñu-b que cuando debe llover o ve llover, navega y va a esconderse-
La Ñu-B viajaba sola, surcando el cielo a la búsqueda de anticiclones, huía de los frentes fríos. Prefería poner rumbo a las puertas de los desiertos. Allí proyectaba sombritas sobre las caravanas de beduinos por las dunas de arena.
Algunos inviernos pilotaba más allá de los desiertos, hasta el África central, buscando la sabana y allí permanecía jugando con elefantes, leones y guepardos. Seguía en sus juegos las migraciones de las manadas de Ñus… de ahí su apodo.
¡Se la ha visto incluso hacer vuelos rasantes y a jirafas con la cabeza en su interior!
Un día, la Ñu-b solitaria deambulaba por un cielo celeste infinito cuando de repente un rayo la alcanzó… Zas! Quedó aturdida y algo vizca -¿Qué ha pasado?- preguntó algo mareada viendo las estrellas… uy uy!
Esa noche, cuando el sol marchaba hacia el sur con los lilas de la tarde, notó la Ñu-b en sus entrañas un cosquilleo de agua seca y mientras su silueta desaparecía y se disponía a mirar el firmamento notó que su corazón de nube empezaba a brillar en la noche.
-¡Uy! ¿Qué me pasa?¿Qué sucede en mi interior?¿Doy luz? Pero, si soy una nube ¿cómo voy a ser un sol?
Unos rayos surgían de entre sus vacíos vapores de agua y se descomponían en hermosos arcoíris en la noche inmensa.
La Ñu-b seguía dando frescas sombras en las mañanas calurosas o tibias y empezó también a alumbrar en las noches de invierno con sus destellos. Así pasaba ahora sus días y sus noches.
Y las noticias fueron llegando a las orejas-nube de sus compañeras, algunas de ellas amigas de la infancia de algodón: la nube que no lloraba, a la que no le gustaba dejarse llover, resultaba ser una guía en la noche.
Las nubes de su poblado y otros vecinos empezaron a conocer de sus historias y sus leyendas.
-¡La Ñu-b alumbra la noches como un astro sol!-, decían asombradas en su aldea nube.
CONTINUARÁ...
a Inés, Antonio y su bebé